Musyoki y el hogar de acogida que le ha devuelto la sonrisa

01-07-2019 Lectura 2 Minutos
Blanca Arnaiz
Comunicación y contenidos

Aunque Musyoki vive en un hogar de acogida, no por ello es un niño triste: tiene una de las risas más contagiosas del mundo. A pesar de lo pequeñito que es (solo tiene 3 años) su vida no ha sido nada fácil. Todo lo que ha vivido ha hecho que aun levantando solo unos palmos del suelo, ya tuviera un reto: recuperar la sonrisa que un día le arrebataron. 

Musyoki nació en algún lugar de la zona rural del centro de Kenia. Su madre le abandonó junto a tres hermanos más hace poco más de un año. La mayor, Kamune, solo tenía 12 años cuando todo ocurrió, pero fue la que se hizo cargo de la familia; el resto de los pequeños no superaba los cinco años. Durante meses ella estuvo alimentando a sus hermanos con las semillas y las hierbas que conseguía llegando incluso a renunciar a su propia ración.

Pero un día Kamune no pudo más: el cansancio y el hambre le pasó factura y se desplomó sobre unas ascuas incandescentes. El llanto de Musyoki y sus hermanos alertó a la vecindad, que acudió a socorrerles. Al poco tiempo los cuatro niños fueron llevados a la casa de acogida que Ayuda en Acción gestiona junto a Fundación Kirira. El estado de salud de todos ellos era lamentable. Debido a la mala alimentación, sus huesos estaban muy frágiles y esto provocó que durante los primeros meses de su estancia en la casa de acogida tanto Musyoki como sus hermanos sufrieran más de una rotura y tuvieran que escayolarles por las caídas que sufrían jugando. A día de hoy y gracias a la alimentación y cuidados que recibe en la casa de acogida su estado de salud ha mejorado considerablemente.

Musyoki ha recuperado su sonrisa… y su risa. ¡Ahora ríe a carcajadas! Sigue andando despacito pero juega y canta con el resto de sus hermanos y con los otros 23 niños y niñas que, como él, también han sido abandonados y han encontrado en esta casa de acogida un nuevo hogar. Este lugar es una nueva oportunidad para ellos, allí han recuperado su infancia y todos juntos forman una gran familia. Stella y Mamá Mary son las dos mujeres que se encargan de velar por el bienestar de la infancia que vive en el hogar. Se han convertido en sus nuevas “mamás”.

La casa de acogida se construyó en el año 2014 con el objetivo de acoger a las niñas que escapaban de sus casas para huir de la mutilación genital femenina. Con el tiempo y debido a la realidad del contexto, se ha convertido en un refugio para muchos niños y niñas que viven en una situación de especial vulnerabilidad por lo que aparte de albergar y dar cobijo a aquellas niñas que huían de la mutilación, también acoge a niños y niñas que sufren cualquier tipo de abuso.

263 millones de niños y jóvenes en el mundo no pueden ir al colegio.