Mujeres que se plantan contra el “blablablá” climático: la historia de Marina

24-02-2022 Lectura 3 Minutos
Begoña Rodríguez Pecino
Comunicación y contenidos

Las mujeres están liderando la respuesta frente al cambio climático en todo el mundo. Este 8M viajamos a Baleares para contarte la historia de Marina, una joven activista por el clima que ha participado en nuestro proyecto Just1Planet.

Mujeres frente a la crisis climática: la historia de Marina

Glasgow, noviembre de 2021. Al tiempo que se celebra la agenda oficial de la COP26, las calles de la ciudad escocesa se llenan de actos paralelos que piden menos “blablablá” y más acción ante a la crisis climática. Marina protagoniza uno de ellos. Junto a otras 20 personas, se encadena para bloquear el puente de Jorge V junto a una pancarta que reza “Revolución climática o lo perderemos todo”.

El de Glasgow es uno de los últimos actos de desobediencia civil no violenta donde ha participado Marina Pérez. A sus 23 años, esta joven bioquímica ya cuenta con una amplia experiencia en movimientos como Ende Gelände, Fridays for Future, Extinction Rebellion o Scientist Rebellion. También ha participado en nuestro proyecto de jóvenes por el clima Just1Planet Baleares, donde ha compartido su historia de activismo en la publicación “Mujeres que transforman el mundo”.

Mujeres, ciencia y acción climática

Para Marina la comunidad científica y académica necesita pasar a la acción para que su voz se oiga. “Llevamos más de 30 años publicando papers, informes, artículos científicos, etc. para advertir de que estamos explotando la tierra por encima de sus niveles de recuperación. Sin embargo, el mundo sigue sin reaccionar”. Por eso forma parte de Scientist Rebellion, un movimiento de “científicos y científicas que llaman a una revolución por el clima”.

Necesitamos reconocer la legitimidad de la ciencia para usarla a favor del cambio social. Nuestra casa está en llamas y no podemos mirar para otro lado. Como decía Einstein: aquellos con el privilegio de saber tienen el deber de actuar.

¿Y qué hay de las mujeres?, ¿qué papel juegan en esta revolución? En su experiencia de activismo, Marina detecta una participación bastante equilibrada. Sin embargo, en el mundo de la ciencia, sí recomienda reflexionar sobre las barreras que las compañeras pueden encontrarse para pasar a la acción: “a nosotras nos cuesta más acceder, mantener y crecer en estos puestos de trabajo. Significarse como activista puede ser percibido como un riesgo para algunas compañeras de profesión”.

Justicia climática e igualdad de género, dos metas indisociables

Marina mujer activista BalearesLa crisis climática y ecológica, como cualquier otra crisis, no afecta a todas las personas por igual. Como explica Marina, “los diferentes sistemas de opresión se superponen, se entrecruzan y se interrelacionan. Así,  cuantos menos privilegios tenga alguien, mayor será su probabilidad de salir perjudicado». Dicho esto, ante las mismas adversidades climáticas, el género no da igual. No da igual porque la distribución de las tareas relacionadas con los cuidados está distribuida de manera dispar. Por ejemplo, en 8 de cada 10 hogares ellas son las responsables de buscar agua, exponiéndose así a ser acosadas y/o violadas. Tampoco da igual porque hay una distribución desigual del control de los bienes que sostienen la vida, como los campos de cultivo, desfavoreciendo de nuevo a las mujeres”. Podríamos hablar largo y tendido, asegura, de por qué no da igual. Pero el mensaje principal es este: no habrá justicia climática si no hay justicia de género.

El mundo actual, añade, tampoco es sostenible:

No podemos llamar sostenible a un sistema sustentado en la opresión (de las mujeres y todas las identidades que no son hombres-cis, de los países históricamente expoliados y explotados, etc.), pues sostenible implica sostener la vida de aquello que lo hace posible y si para ello una de las partes se tiene que sacrificar para sostener a la otra, entonces no lo es.

Si pensamos en soluciones… ¿Por dónde empezamos? Marina sonríe y reconoce que son muchas las teclas que deberíamos tocar para construir un mundo más sostenible e igualitario. Una de las más potentes a su juicio es fomentar la acción colectiva. A veces, asegura, sobreestimamos la capacidad de las redes sociales para movilizarnos y deberíamos prestar igual o más atención en crear espacios comunes donde sumar fuerzas desde lo cotidiano: supermercados cooperativos, agrupaciones vecinales… Iniciativas, en definitiva, que nos permitan organizarnos y compartir nuestro compromiso por el planeta.