Tungurahua: una historia con final feliz

11-03-2021 Lectura 4 Minutos
Yasmina Mitrovic
Fidelización

Manuel Rosero recuerda el momento en que Ayuda en Acción llegó a su comunidad. Fue después de la erupción del volcán Tungurahua, que afectó gravemente a la producción agrícola y ganadera y a la salud de los y las habitantes de la zona, especialmente a la de los niños y niñas. “Había desorganización, individualismo y desesperanza en las personas. La llegada de Ayuda en Acción fue una bendición para la comunidad”, recuerda Manuel.

El volcán Tungurahua –término quechua que significa “garganta de fuego”–, situado en la provincia ecuatoriana del mismo nombre y cuya capital es Ambato, comenzó su actual actividad en 1999 y desde entonces ha entrado en erupción en numerosas ocasiones. La última fue en 2016. En este tiempo, muchas personas decidieron abandonar sus hogares debido a las pérdidas ocasionadas.

Tungurahua: reconstrucción y sostenibilidad

En un primer momento centramos nuestra intervención en distribuir ayuda humanitaria para satisfacer las necesidades básicas y en proporcionar atención psicológica para ayudar a las personas a gestionar sus miedos. A medida que la emergencia iba menguando, comenzamos a dirigir nuestros esfuerzos a impulsar acciones para asegurar la viabilidad y sostenibilidad de las comunidades.

Una de las primeras cosas que observamos es que los sistemas de agua estaban seriamente deteriorados, lo que estaba provocando distintas enfermedades a las familias, especialmente a los niños y niñas. Por eso, instalamos nuevos sistemas de agua potable en 37 comunidades y proporcionamos formación a la comunidad para su mantenimiento. También construimos un caudal para proporcionar agua a la población. Gracias a ello no solo mejoró la calidad de vida y la salud de las personas, sino también la de los cultivos. La reforestación y conservación de los páramos –ecosistemas predominantes en la región, que cuentan con una gran diversidad de fuentes de agua dulce– ha sido también una parte fundamental de nuestro trabajo.

Asegurar los medios de vida de una población cuyas actividades principales son la agricultura y la ganadería, en una zona afectada por erupciones volcánicas recurrentes, era todo un reto. Para reactivar la economía local y asegurar su sostenibilidad, apoyamos a las familias para que pudieran impulsar sus propios emprendimientos y cadenas de producción, diversificando los sectores económicos.

 

En el caso de la agricultura y la ganadería, proporcionamos formación agroecológica a productoras/es, facilitando material para mejorar sus rendimientos y la seguridad alimentaria en la región. En esta línea, el establecimiento de huertos escolares y la formación sobre la importancia de mantener una dieta variada ha ayudado a reducir enormemente la desnutrición infantil.

Ahora somos conscientes de por qué es importante cuidar nuestros páramos, cultivar nuestros alimentos de forma orgánica o emprender para mejorar nuestra economía (Manuel Rosero).

La infancia en Tungurahua, siempre en el centro

Como en todos nuestros proyectos, la atención y la protección de la infancia han jugado un papel clave en Tungurahua. Durante estos años hemos trabajado para mejorar el acceso a una educación de calidad para los niños, niñas y adolescentes. Hemos rehabilitado las infraestructuras existentes, construyendo aulas, comedores y espacios recreativos, así como proporcionando formación y material al personal docente. También hemos puesto en marcha un modelo educativo para incorporar al currículo escolar la defensa del medioambiente, la ecología y el emprendimiento.

Pero hemos hecho mucho más:

  • formación para 1100 familias en Sistemas Comunitarios de Protección de la Infancia.

  • elaboración de una ruta de atención y protección para los niños y niñas víctimas de violencia.

  • consolidación y formación con miembros de las defensorías comunitarias.

  • organización de formaciones para promover una ciudadanía activa en las que han participado 9500 niñas, niños y adolescentes.

Prevención y preparación ante los desastres

La proximidad de varios núcleos de población al volcán Tungurahua ha hecho necesario realizar un trabajo de prevención de desastres en la zona. Tras la erupción del año 2014 desarrollamos 37 sistemas de alerta temprana, formamos a 30 líderes comunitarios en Gestión de Riesgos y reforzamos los Centros de Operaciones de Emergencia. Ahora la población está preparada e informada sobre medidas y protocolos a seguir en caso de futuras erupciones o de otros desastres naturales.

Toda historia tiene un final

Tras diecisiete años trabajando en Tungurahua ha llegado el momento de decir adiós. Sin embargo, es un adiós optimista y satisfecho, pues en este tiempo hemos logrado fortalecer el desarrollo local y el sistema educativo de las comunidades, así como asegurar la protección de sus niños y niñas. Nuestra misión está cumplida. Al igual que a Manuel, “nos apena que el proyecto vaya a finalizar, pero nos quedan los conocimientos y las capacidades adquiridas, que nos permitirán seguir adelante”.

A partir de aquí comienza una nueva etapa para Tungurahua y para nosotros. La población tungurahuense emprenderá un camino no exento de retos ni dificultades, pero comprobará de lo que es capaz y saldrá adelante sin ninguna duda. Por nuestra parte, seguiremos trabajando en otros lugares que hoy por hoy necesitan nuestro apoyo y que esperamos que, como Tungurahua, tengan un final feliz.

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