Jesslyn y el deporte: crecer en derechos y oportunidades

30-11-2021 Lectura 3 Minutos
Noemí García Cabezas
Comunicación y contenidos

Jesslyn tiene 10 años y vive en Masahuat (Nicaragua) con sus padres y su hermano de tres años. El fútbol le apasiona. Por eso es parte de una de las escuelas sociodeportivas que hemos puesto en marcha con apoyo de Fundamadrid. El deporte no es algo ajeno a su familia, mucho menos el fútbol: su padre es jugador profesional de 3ª división. Él, portero; ella, defensa central. Acompañar a su padre desde pequeña le hizo amar el deporte y los valores que lleva implícitos.

Los sueños de Jesslyn

La madre de Jesslyn se quedó embarazada de ella cuando era joven y se vio obligada a abandonar sus estudios de medicina. Los sueños de Jesslyn van aparejados a los de sus padres, pero son suyos. Sabe que le espera mucho trabajo para cumplir sus metas pero reconoce que la formación y el trabajo diario se lo permitirán: “no hay que rendirse para cumplir los sueños”, dice segura de sí misma.

Para Jesslyn el deporte es una forma de ocio y también de labrar su futuro. Su aspiración en el deporte es llegar a ser jugadora profesional y de momento está dando sus primeros pasos gracias a su habilidad con el balón.

El sueño de ser doctora es más complicado aún. Medicina es una de las carreras que más recursos económicos demanda. Para que una familia como la de Jesslyn pueda costear los estudios universitarios ponemos en marcha en las comunidades donde trabajamos planes y proyectos de emprendimiento y empleabilidad que permitan a las familias ser autónomas y asegurar sus propios recursos. De esta manera garantizamos la permanencia en la escuela a niñas y niños de familias con escasos recursos, como la de Jesslyn. Y aseguramos además que esas familias puedan también salir adelante primero con ayuda y más tarde de forma autosuficiente.

Cumplir sueños en El Salvador, el país de Jesslyn

El Salvador, el país donde Jesslyn quiere construir su futuro, es el más pequeño de Centroamérica, pero también el más densamente poblado. La vulnerabilidad económica y productiva limita en la mayoría de los casos las oportunidades de progresar. La pobreza alcanza al 30% de la población, lo que empuja a miles de personas a desplazarse a otras zonas del país e incluso a migrar a otros países de la región, Estados Unidos o incluso España.

La juventud lo tiene aún más difícil. En El Salvador hay territorios que se encuentran totalmente controlados por las maras. Niños y niñas como Jesslyn crecen normalizando la violencia y sin ver respetados sus derechos fundamentales.

Masahuat, el pueblo de Jesslyn

En el municipio de Masahuat el nivel de pobreza supera la media del país, hasta llegar a casi el 50%. Jesslyn es una afortunada: solo el 18% de los niños y niñas en edad de ir al colegio están escolarizados y en casi todas las familias hay alguien que se ha visto obligado a migrar.

En Ayuda en Acción trabajamos en Masahuat con varios fines, pero uno de ellos es asegurar el derecho a la educación de la infancia a la vez que la corresponsabilidad. Por eso, para participar en las escuelas deportivas es necesario que los niños y niñas que participan en ellas se comprometan con sus estudios. Lejos de ser un freno para participar, esto motiva a la infancia a involucrarse más en sus estudios.

¿Los resultados? Desde que comenzamos a trabajar en Masahuat allá por 2018 hemos comprobado cómo los índices de migración entre la niñez y la adolescencia han experimentado un decrecimiento.